El último film de Christopher Nolan sobre el físico teórico Robert Oppenheimer, considerado como “el padre de la bomba atómica”, es indiscutiblemente superior, sin embargo no se libra de las críticas sobre el rol y el mínimo desarrollo que tienen los personajes femeninos, ya que las mujeres solo giran en torno al protagonista y además omite a las científicas que participaron del Proyecto Manhattan.
A la bióloga Katherine Oppenheimer, interpretada por Emily Blunt, se le atribuye el rol de “la esposa” amargada y alcohólica mientras que a la psiquiatra Jean Tatlock, encarnada por Florence Pugh, el de “la amante” seductora y problemática.
Ambas mujeres, representadas como atormentadas, inestables y disfuncionales, tenían vidas y conflictos propios más allá de su vínculo con Robert Oppenheimer pero el director decidió no explorarlos.
La perspectiva androcentrista con la que presenta a estos personajes reluce aún más cuando Blunt aparece detrás de Cillian Murphy en silencio y fuera de foco durante 20 minutos y en el innecesario y desigual desnudo de Pugh.
El film de 3 horas de duración pone atención a los hombres involucrados en el desarrollo de la bomba atómica sin embargo no hace lo mismo con las mujeres. Si bien, aparecen en alguna que otra escena de forma forzada, solo se nombra a la química Lilli Hornig, interpretada por Olivia Thiriby.
Reconocidas científicas como Leona Woods, Joan Hinton, Elizabeth Riddle Graves, Maria Goeppert Mayer o la bibliotecaria Charlote Serber trabajaron en Los Álamos incluso las denominadas “chicas del calutron” que prepararon el uranio para Hiroshima cumplieron un papel muy importante en el Proyecto Manhattan pero no aparecen y tampoco se las nombra.
El último film de Christopher Nolan no supera el Test de Bechdel.
Daniela Anriquez.
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