Basta de hacernos los tontos. Stranger Things es TODA de ellos dos.
Stranger Things se está terminando. Y la verdad que no me importa si Hawkins podrá librarse de Vecna o qué pasará con Eleven. De lo único que quiero y necesito hablar es de la dupla de Steve y Dustin.
No son lo mejor de Stranger Things, SON STRANGER THINGS. Son como esas canciones que arrancan tímidas y con el correr de los acordes crecen, crecen y crecen. Y explotan en el mejor de los sentidos, transformándose en un hitazo musical que perdurará en la historia.
¿Te acordas de Steve en la primera temporada? Deportista, popular, galán y agrandado. Ni más ni menos que el típico cliché de las historias yankees que nos acompaña siempre. Sea en los 80, en los 00 o en el futuro, un personaje insoportable, superficial y odioso.
No dábamos dos mangos por Steve. No porque sea un mal actor ni nada de eso, solo que cumplía muy bien su función: distraer a la bella protagonista por un rato. Jamás imaginaríamos lo importante que se iba a tornar con el correr de los tiempos (ni que lo íbamos a querer tanto).
Por Dustin apostábamos un poco más. A ver… toda serie tiene a su “figurita” querible y simpática, importante para la historia, pero no tan protagonista. Como por ejemplo Smithers en Los Simpsons o Floki en Vikingos.
Para ser bien gráfica apelo a un clásico de la TV argentina: Dustin se robó el protagonismo de Stranger Things como Maria Elena el de Casados con Hijos. Y si le sumamos su amistad con Steve, la ecuación cierra por todos lados.
No sé si fue casualidad o los hermanos Duffer notaron el cariño que la dupla generó en la gente y lo aprovecharon… pero en estas últimas temporadas, y especialmente sobre el final de la serie, se volvieron LA pieza fundamental en la historia.
De a poco, con simpatía y timidez, pero sobrados de astucia, fueron acaparando terreno y en un abrir y cerrar de ojos estamos comiendo pochoclos y mirando una serie guiada por estos dos personajes del carajo.
Hace un par de temporadas que vienen dando la nota, protagonizando las tramas más importante de la historia… pero en esta última los chabones dijeron “Ok, Stranger Things es nuestra”. Y así es.
Eleven está encerrada, y es como una historia aparte dentro de la trama de esta última temporada (aunque en realidad está encerrada, porque es la trama). La dupla de Mike y Will, por su parte, está completamente desdibujada. Claro que es importante su rol, porque hay que rescatar a Eleven, pero DALE.
Esa tarea era secundaria, para Dustin esté cerquita de la novia, tratando de rescatar a su amiga, logrando avances ínfimos, mientras que quienes eran los protagonistas en un principio INTENTAN SALVAR AL PUEBLO DE UN DEMONIO MORTAL. Los guachos ganaron la pulseada y se quedaron con la historia más atractiva del programa.
En un mini documental de Netflix sobre la realización de Stranger Things, los Duffer confesaron que hicieron la primera temporada con poca fe y a raíz del éxito, fueron construyendo sobre la marcha.
La verdad que escuchar eso me hizo siempre restarle mérito a la serie, porque dar en el ángulo con el diario de lunes no me parece un gran desafío. Sin embargo, creo que lo que lograron con Steve y Dustin es gracias a eso. Y es también un acierto que me encanta.
No sé si da para que la dupla tenga su propio spin-off, creo estar convencida de que no. Y todavía resta la segunda parte del final. Pero sin dudas, con todo lo que lograron ser hasta ahora, estoy convencida de que pasarán a la historia de la ficción como una de los duetos más divertidos, queridos y relevantes de esta década.
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