¿Existe la formula de la eterna juventud?, ¿Hasta dónde somos capaces de llegar las personas para lucir más jóvenes?, ¿Quién o qué alimenta esa obsesión? Estos son solo algunos de los interrogantes que plantea Coraline Fargeat en “The Substance”, su segunda película protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley que se convirtió en la más comentada del año.
El thriller de ciencia ficción sigue a Sara (Moore), una celebridad de 60 años en decadencia que decide someterse a una desconocida sustancia que replica sus células y desarrolla una versión más joven, más bella y más perfecta de si misma llamada Sue (Qualley). Aunque con serios efectos adversos.
“The Substance” es una experiencia de body horror sangrienta, impactante y repulsiva que no es fácil de procesar, al estilo de David Cronenberg y con múltiples homenajes y referencias a grandes clásicos del cine como The Shining (1980), Pyscho (1960), Videodrome (1983), Re-Animator (1985), Lost Highway (1997), Space Odyssey (1960), Carrie (1976) y The Elephant Man (1980), entre otros.
Sobresale la ambientación, la fotografía, los colores y la banda sonora compuesta por Raffertie que interviene en las escenas como indicadora de los momentos de horror.
La directora de “Revenge”, esta vez expone el culto a la juventud y la belleza y también la autodestrucción en la era de la cirugía estética, el bótox, el ácido hialurónico y el sinfín de prácticas que cada día son más naturalizadas y accesibles.
“La Sustancia” es grotesca, monstruosa y retorcida, por lo que NO es apta para espectadores impresionables.
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