La versión de “Robin Hood” moderna parecía simpática en un principio, pero tenía dos caminos: terminar en su segunda temporada o dar un giro de 180° para convertirse en un drama policial rodeado de adrenalina y suspenso.
Con el afán de aprovechar el éxito de La Casa de Papel, Netflix apostó todas sus cartas a Chicas Buenas (NBC) en 2018 y bastante bien le fue. Sin embargo, las simpáticas madres luchonas se transformaron en un problema del que nadie quiso hacerse cargo; es que elegir el camino de la delincuencia, por más buenas intenciones que existan, no conduce a ningún buen puerto: ni en la vida real ni en la ficción.
NBC decidió ponerle punto final a la serie en esta cuarta temporada, algo que sin dudas podría haber hecho antes. Pero prefirió insistir y lo hizo en una dirección incorrecta. Tan incorrecta que ni siquiera Netflix, experto en resucitar series, quiso continuarla.
Las conversaciones fracasaron y el trío de Annie, Beth y Ruby, la columna vertebral de la historia, sufrió las consecuencias. Ellas no solo supieron conquistarnos de entrada sino también son el motivo por el cual una gran mayoría continúa viéndola a pesar de todo.
Lo más digno para estas madres modernas era terminar en su segunda temporada de una manera irreal y abrupta, y ahorrarse ser “canceladas” porque perdieron el apoyo de los espectadores a raíz de malas decisiones de terceros.
Es cierto. Nunca se trató de una producción digna de arrasar en las premiaciones, pero tuvo dos primeras temporadas copadas y de haber sabido poner punto final ahí se iban en la Gloria. Hoy, lejos de ello, el sabor es amargo para sus protagonistas, sus realizadores y también sus fanáticos. Porque el final abrupto que tanto evitaron llegó igual, pero con un público gastado y decepcionado.
La realidad es que Chicas Buenas no supo reinventarse. Intentó ser fiel así misma así como también a “la vida de un delincuente real” y no logró ninguna. Perdió el histrionismo, la diversión y veracidad de lo que ocurría. Se amesetó, llevó a pantalla una tercera temporada realmente pésima, y ni siquiera la utilizó como puntapié para dar un giro inesperado.
¿Por qué una historia que comenzó como un grupo de mamás desesperadas por el bienestar de sus hijos no puede transformase en un drama policial? Mutar no está mal, tener una mala temporada tampoco; lo triste es que hayan desaprovechado la oportunidad de reivindicar un proyecto que tuvo toda la atención de los espectadores en un principio.
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